Esta sesión estará destinada a pensar acerca de las razones por las que las personas o las instituciones, públicas o privadas, adquieren obras de arte o invierten en su creación, circulación, distribución o preservación. Además, pretende presentar diversas reflexiones en torno a cuáles son los mecanismos que hacen que las obras de arte tengan cierto valor económico o social y la relación que hay entre estas diferentes formas de valoración.

Es evidente que el tema tiene muchas aristas y colinda con diversos territorios que van desde la especulación financiera, hasta la precarización del empleo o una nueva definición de las funciones del estado. Pero sobre todo, en este contexto, incide en lo que consideramos arte, en nuestras maneras de producirlo y de relacionarnos con él, ya sea como productores, funcionarios, gestores o públicos.

Por ejemplo: Una escultura o una pintura son objetos únicos que perduran en el tiempo y pueden equipararse con una joya u otros bienes suntuarios, ¿pero qué pasa con los performances, las instalaciones y todas las formas de arte mediático, efímero o multirreproducible? ¿qué parte es la que se valora como arte? También podemos preguntarnos qué es lo que se valora ¿la obra o la firma del autor? Y en ambos casos ¿cómo contribuye la exposición de la obra – o del autor - al incremento de su valor? y, por lo tanto, ¿cómo contribuye el sistema del arte en su conjunto a la valoración de las obras?

Otra cuestión interesante se refiere a las maneras en las que las artes visuales se insertan en el discurso de las industrias culturales. Según éste lo que resulta rentable no es tanto la compra-venta de objetos artísticos (un mercado multimillonario, pero muy restringido), sino todo el aparato que produce a los objetos u acontecimientos como arte: de ahí que su enfoque esté en el museo-hito y en sus cafeterías; en las exposiciones taquilleras o en las bienales y en las posibilidades del consumo de la obra como aprendizaje, experiencia, servicio o motor de la “regeneración urbana” o gentrificación. En ese contexto, ¿qué es lo que vuelve rentable al arte? y en particular ¿cómo se vincula esto con la producción de la excepcionalidad del arte, es decir, con la producción de su autonomía?