Mi Historia del Arte
Pareciera que la Historia, siempre se cuenta desde la posición privilegiada. La Historia del Arte no es la excepción.
El ciclo de conferencias, que en un primer momento pretendía generar la oportunidad de conversar solamente con algunos personajes involucrados en los circuitos artísticos, reunió a más de cuarenta ponentes. La demanda sigue latente.
¿Por qué los artistas quieren contarnos su historia del arte? ¿Por qué la visibilización de los valores contenidos en la obra genera tanta polémica? ¿A quiénes les importa todo esto?
Durante estos tres meses en los que diversos públicos se reunieron para conocer la trayectoria e influencias de los artistas, académicos y amantes del Arte y su Historia, se han develado reflexiones distintas pero engarzadas por tres intuiciones compartidas entre generaciones y disciplinas. Quizá la más estudiada pero menos comentada es la íntima relación del mercado con la producción de obras de arte.
No se habla de cómo la dependencia mercantilista de las obras de arte se ha ignorado históricamente desde la Academia. Poco se mencionan las plataformas, medios o estrategias que los artistas han ejecutado para solventar la producción de sus obras, independientemente de los otros valores en el campo de las artes: conceptuales, sociales, políticos o epistemológicos.
Esto sobreviene en la segunda percepción generalizada a partir de los cruces entre los referentes históricos que han influido en la obra de los ponentes. De cómo y por qué se volvieron artistas, estudiaron algo relacionado o inherente a las artes o se dedican profesionalmente a una o varias actividades, llámese: investigación, producción, docencia, coleccionismo, consumo, etc.
El Arte casi siempre ha sido patrocinado por y destinado para los privilegiados. Está detentado por una red elitista de individuos que poseen capitales culturales, sociales y económicos en los extremos superiores de las desigualdades. El privilegio de poder dedicarse a la producción de arte no necesariamente está relacionado, en la actualidad, con una posición económica de clase, pero sigue representado, al menos en nuestra realidad nacional, en un porcentaje acotado al que la mayor parte de la sociedad no tiene acceso y con pocas oportunidades para hacerlo de manera autosustentable.
Por último, los valores contenidos o que se exponen en una obra de arte, incluidos el valor económico y el valor histórico, son valores que esencialmente se entienden y se significan entre los miembros de la comunidad artística que cuentan con amplio conocimiento en el mercado y la historia del arte, que no necesariamente son los mismos miembros ni tampoco articulan la justificación de esos valores en consenso al resto de la comunidad que consume, discute o produce las piezas.
La discusión continúa. Esperamos que se abogue por prácticas más sanas y transparentes en cuanto a la comercialización de productos artísticos al igual que se promueva una docencia crítica con las condiciones de posibilidad de la producción de obras de arte y sobre todo con una formación explícita en los campos de la comercialización y gestión, necesarias para no depender exclusivamente de los mecenazgos de la institución o del reparto de utilidades de la galería.
Las últimas actualizaciones de este ciclo de conferencias, que contempló unas 40 presentaciones, pueden encontrarse en el siguiente enlace: http://ciedac.mx/ciclodeconfer...